1ª de feria: Complicada novillada de Saltillo, que lidió dos ejemplares con posibilidades. Muy desdibujados Cristóbal Reyes y Maxime Solera, que escuchó los tres avisos. Buena actuación mal rematada del rejoneador Sebastián Fernández.

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Carlos Bueno

Un espectáculo insostenible, indefendible, por momentos bochornoso. La antítesis de lo que debe ser una corrida de toros y de los valores que representa. Se lidió en los terrenos menos oportunos, se clavaron las banderillas una a una con alevosía y premeditación, se picó en cualquier terreno y de cualquier modo. Las prisas se adueñaron de las acciones de los toreros. Un disparate. El desarrollo del festejo dio a entender que los toreros, los de oro y los de plata, salieron a la arena bajo el síndrome de Saltillo, convencidos de que iban a encontrarse con las bestias más despiadadas del campo bravo, lo que condicionó su capacidad para actuar aunque luego los de Moreno Silva no fueron tales alimañas.

Se salvó de la quema Sebastián Fernández, un rejoneador de escaso bagaje con una cuadra y unas condiciones que indican bien claro que está preparado para dar el salto a empresas mayores. Toreó con ortodoxia, siempre citando con los pechos del equino para batir con pureza y clavar arriba y reunido. Sus caballos nunca dejaron de mirar cara a cara a su antagonista, un tío de Cebada Gago que le dejó estar y llegar. Por momentos consiguió torear con sus cabalgaduras, llevando las embestidas cosidas al estribo, pero empaño su seria labor con un deficiente uso del rejón de muerte.

Mal sin paliativos Maxime Solera, muy desdibujado toda la tarde e incapaz de dejar quietas las zapatillas. Dubitativo e inseguro con el que abría la tarde y sin decisión frente al segundo de su lote, al que no consiguió matar antes de que sonasen los tres avisos. Su primero medía y no pasaba, y su segundo embestía y repetía pero sin emplearse. Al francés se le vio desbordado y no encontró soluciones para ninguno.

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Sebastián Fernández con las banderillas cortas. MOISÉS CASTELL/Prensa2

No mejoró la imagen su compañero de terna, Cristóbal Reyes, que intentó justificarse mostrando valor pero que no acertó a perderle pasos a su primero para darle más distancia, algo que pedía a partir del tercer muletazo, y tampoco estuvo fresco de ideas para entender que al que cerraba festejo había que sacarlo de su querencia. El animal era tardo, y luego embestía arrollando, pero en otros terrenos mejoraba su condición. Su error de planteamiento le costó una voltereta que pudo resultar muy peligrosa. No gustó que saliese a pedir la ovación cuando nadie le estaba aplaudiendo.

 

Ficha del festejo:

21 de septiembre de 2019, 1ª de la “Semana de Toros” de Algemesí, Valencia. Lleno. Cuatro novillos de Saltillo, desiguales de presentación y juego (1º y 5º complicados, con genio el 2º y manejable el 4º), y uno para rejones de Cebada Gago, colaborador.

Maxime Solera: silencio y silencio tras tres avisos.

Cristóbal Reyes: silencio en ambos.

El rejoneador Sebastián Fernández: vuelta al ruedo por su cuenta.