CARLOS bueno, la veu d'algemesí

Carlos Bueno


Septiembre es el mes taurino por excelencia. En sus treinta días se dan más espectáculos incluso que en agosto. Ferias y corridas sueltas se suceden por toda la geografía española y la Francia taurina. Y junto a los festejos mayores proliferan los certámenes para novilleros, demasiado dejados de la mano durante el resto del año.
La Feria de Algemesí fue la pionera en organizar un ciclo exclusivo para los aspirantes a matadores. Aunque la tradición taurina de esta población valenciana se remonta al siglo XIV, la estructura de «Feria de Novilladas» tomó cuerpo en la pasada década de los ’40, y viene celebrándose ininterrumpidamente casi 80 años. Luego aparecieron Arnedo y Arganda, y más tarde Moralzarzal, Calasparra, Villa del Prado, Villaseca de la Sagra y Guadarrama entre otras.
Lo que puede parecer una reválida, por la época de la temporada en la que se realizan este tipo de seriales, es en realidad un punto de partida para muchos participantes. Del resultado obtenido en sus actuaciones dependerá el posicionamiento con el que comenzarán el año siguiente. Si no puntúan el futuro se pone cuesta arriba, y si consiguen éxitos rotundos tendrán cabida en las exiguas oportunidades que se programan a lo largo de la campaña.
Y es que cada vez se ofrecen menos novilladas en las ferias importantes. La mayoría de las plazas de primera ha reducido a la mitad, incluso menos, la oferta novilleril dentro de sus ferias. Más de los mismo o peor sucede en cosos de de menor categoría, y muchos pueblos prefieren ver una corrida con matadores de alternativa que un par de festejos menores. El asunto es más grave de lo que puede parecer. Es evidente que la rentabilidad prima en esta tormentosa etapa económica que nos está tocando vivir. Pero igualmente cierto es que sin apuesta por la cantera difícilmente habrá un porvenir esperanzador.
Con esta merma de programación los chavales apenas gozan de oportunidades para ir «haciéndose». La única posibilidad es rodarse en el campo a la espera de actuar ante público, con el consiguiente coste económico que ello conlleva. Por eso ahora es relativamente habitual encontrarse con la sorpresa de un chaval apenas conocido pero con sobrado oficio, forjado en entrenamientos campestres y toros matados a puerta cerrada. Parece la única solución pero excluyente para demasiados candidatos y, por tanto, no la mejor.
Septiembre es sin duda el mes de los novilleros, el de la reválida para los más aventajados y el punto de partida para los demás, que son la gran mayoría. Convendría que el resto del año este escalafón no estuviese tan abandonado. De encontrar soluciones que hagan de las novilladas un espectáculo soportable económicamente dependerá en gran medida el futuro de la Fiesta.
Noticia publicada en burladero.tv