AVA-ASAJA plantea la necesidad de poner en marcha mecanismos de retirada para aliviar la situación y reclama una ley europea de la cadena alimentaria.
La acumulación de toda una serie de circunstancias adversas ha terminado por provocar un verdadero colapso en el mercado de la fruta de hueso que amenaza seriamente la rentabilidad de la temporada, de acuerdo con el análisis efectuado por la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA). Las perspectivas comenzaron a ensombrecerse desde el principio, cuando un repentino e inusual aumento de las temperaturas a finales de abril y principios de mayo obligó a muchos productores de ciruelas, melocotones, nectarinas, albaricoques o paraguayos a adelantar la recolección para preservar la condición de la fruta mediante su almacenamiento en cámaras frigoríficas.
Al mismo tiempo, y mientras esto sucedía, la demanda de este tipo de productos por parte de los principales mercados europeos, y sobre todo de Alemania, se mostraba especialmente débil y remisa debido a la persistencia del frío, un factor que desincentiva el consumo de estas frutas propias del inicio del verano. Además, tampoco hay que perder de vista que la cosecha de fruta de hueso ha experimentado un incremento del 7% en España y del 11% en el conjunto de Europa.
La coincidencia de tal cúmulo de eventualidades, ahora que la campaña entra en su punto álgido, ha traído como resultado la parálisis de los mercados, porque si bien la demanda aumenta poco a poco en la Unión Europea los stocks de fruta en los almacenes de las zonas productoras de la Comunitat Valenciana, Andalucía, Murcia, Aragón o Extremadura son muy copiosos, con lo que la oferta existente supera el ritmo de la demanda y las grandes firmas de la distribución aprovechan la coyuntura para empujar los precios a la baja. Por término medio las cotizaciones han sufrido un descenso que ronda el 30%  respecto al año pasado por estas mismas fechas, según los datos que maneja el Ministerio de Agricultura.
Mientras tanto, y causa de los elevados stocks existentes en los almacenes y a los que es preciso dar salida comercial cuanto antes, la recolección de la fruta que todavía queda en los campos se retrasa. La situación ha llegado a tal extremo que algunos agricultores denuncian que ciertos comercios están incumpliendo los acuerdos de compra a los que llegaron y ahora se niegan a recoger las cosechas.
En estos momentos cunde el nerviosismo ante el colapso de unos mercados que si no se descongestionan con cierta rapidez van a comprometer seriamente el normal desarrollo de la campaña frutera y, por ende, la renta de miles de agricultores.
“La situación es crítica –lamenta el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado– y en plena primavera la gran distribución hace nuevamente su agosto. El Gobierno, la Unión Europea, tienen que plantearse la posibilidad de poner en marcha lo antes posible algún mecanismo de retirada que contribuya a alivar los mercados y, desde luego, tienen que darse cuenta de que es preciso adoptar medidas como la aprobación de un seguro de rentas o de una ley de la cadena alimentaria a nivel comunitario que sirva para corregir esta clase de desequilibrios que condenan a muerte la actividad de los agricultores”.