6ª de feria.- Jordi Pérez “el Niño de las Monjas” llevó a cabo la faena más emocionante de la feria hasta el momento y acabó la tarde con tres orejas. Le acompañó a hombros Fernando Plaza que realizó una extraordinaria faena. Se lidió una excelente novillada de Victoriano del Río.

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Carlos Bueno

Con la piel erizada. Alucinados. Alguno incluso parecía estar en shock. Los aficionados salieron de la plaza totalmente conmovidos. Muchos no se creían lo que habían visto. Ni uno solo quedó indiferente. Había quien aseguraba que desde la irrupción de El Soro como novillero no había visto nada igual en Valencia. No sé, yo también quedé sobrecogido y sólo puedo asegurar que eso es el toreo, que así no hay antis ni agoreros que puedan con él.

Verdad en estado puro, entrega total, desprecio por la vida, todo eso y mucho más fue lo que dejó patente sobre el albero de Algemesí un joven que debutaba con picadores y que explicó con su actitud que en su cabeza no hay otra cosa que no sea querer ser torero.

Se llama Jordi Pérez, “el Niño de las Monjas”, porque ellas le acogieron en el orfanato cuando la vida no le sonreía. Ahora la vida taurina le ha hecho un guiño, el primero de muchos que le hará si sigue con el mismo talante. Mostró disposición y valor a raudales para llevar a cabo una labor de extrema firmeza, la que realizó al que cerraba festejo, al que había recibido con seis largas cambiadas de rodillas. Luego el animal se puso protestón y dificultó el temple y la ligazón, pero a Jordi parecía no importarle. El encastado victoriano ganaba en aspereza a medida que transcurría la faena y el de Las Monjas respondía con más bemoles para hacerle pasar.

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Autoridad y mando en sus muñecas. Zapatillas enterradas. Tornillazos que rozaban su anatomía sin conseguir inmutarle. El corazón del público se salía por la boca. No fue un quehacer limpio, pero no pudo tener más verdad. Y cuando parecía que ya nada más se podía hacer, se volvió a echar de rodillas para pegarse un arrimón de órdago, del que resultó volteado. Lo mató por arriba y la plaza se puso boca abajo.

Al primero de su lote intentó torearlo bien, quiere decirse que no hizo ni un solo aspaviento; nada de alardes. El astado embestía calamocheando y con la cara alta. Pero a Jordi no pareció importarle demasiado y mostró la misma decisión y firmeza para acabar robándole un manojo de muletazos de gran mérito y expresión.

Se llevó el lote Fernando Plaza. Muy bueno el que abrió la tarde y extraordinario el que hizo tercero. Con el primero fue de menos a más en temple, y por momentos toreó con una aparente facilidad tan insultante que no le echaron cuentas. Pareció estar de tentadero y no acabó de calar en los tendidos, aunque lo suficiente para que le pidieran una oreja.

Otro apéndice le cortó a su segundo, un ejemplar de gran clase con el que Plaza se reunió para firmar una faena de altos vuelos, de figura en ciernes. Buen animal y toreo bueno, el eterno, el que no pasa de moda, el que son capaces de hacer los elegidos. Suavidad y al mismo tiempo autoridad. Por abajo y sintiéndose. Ahora el madrileño sí que le dio importancia a cuanto realizaba, y llegó la transmisión deseada. Lástima que no lo matase pronto y bien.

Sin duda la emoción de la tarde se recordará durante mucho tiempo. Dos toreros y dos conceptos, pero una verdad que les une. Afortunadamente ayudó a que todo sucediera la novillada de Victoriano del Río, variada de comportamiento pero encastada. Bajó el deslucido segundo, el resto sirvió para torear y arrimarse, para demostrar que se sabe torear y que se quiere ser torero.

 

Ficha del festejo:

26 de septiembre de 2019, 6ª de la “Semana de Toros” de Algemesí (Valencia). Casi lleno. Cuatro novillos de Victoriano del Río, los dos últimos más cuajados. Bueno el 1º, deslucido el 2º, extraordinario el 3º, de nombre Bochornoso, y áspero pero encastado el 4º.

Fernando Plaza: oreja y oreja.

Jordi Pérez “El Niño de las Monjas”, que sustituía a Borja Collado: oreja y dos orejas.