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Carta reflexiva para la familia racinguista

Querida familia racinguista:
El Rácing ha querido escribir una carta reflexiva y de índole educativa para crear un ambiente sano y ejemplar en el fútbol base. Con estas palabras, no queremos decir qué no tengamos una familia ejemplar, sino que queremos profundizar y recordar como debe ser el fútbol base. Un lugar educativo para nuestros pequeños donde se formen con valores deportivos y se diviertan jugando a fútbol. Hemos creído oportuno en este momento de la temporada tan importante, dirigirnos públicamente a todos con dos temas que consideramos vitales en la formación integral y deportiva: la asignación de los grupos y como comportarnos en la competición.
Estamos ante uno de los periodos de la temporada más complicados para nuestro objetivo en la formación de nuestros futbolistas. La escuela, los entrenadores de cada equipo, deben decidir dónde ubicar a cada uno de los jugadores que forman cada categoría. Es un momento complicado porque chocan diversas visiones del fútbol. Por un lado, la visión del niño, que con frecuencia piensa que puede jugar en un nivel más alto del que en estos momentos está y porque siempre sueña con estar un escalón más arriba.
En segundo lugar, tenemos la visión del padre algunas veces no es nada objetiva porque únicamente ve a su hijo jugar, solo tiene ojos para él y son sin darse cuenta subjetivas, y por último, la del entrenador que tiene la complicada tarea de decidir (debemos ponernos en su piel), con bastantes posibilidades de equivocarse, cómo debe repartir a los jugadores para la temporada que viene.
Nuestra escuela hasta juveniles (etapa ya de rendimiento), ante todo, tiene un plan metodológico con el único objetivo de guiar el mejor camino al futbolista, tanto para su progreso integral como deportista, como para que el fútbol principalmente sea un sitio donde los niños se diviertan. Todas las decisiones se toman objetivamente por el bien de cada uno de vuestros hijos y deben ir para su crecimiento en el nivel correspondiente, sin prestar atención a la letra que acompaña al equipo (A, B o C) sino a la felicidad y progresión del niño. Si los padres no intervinieran en estos movimientos, todo sería mucho más sencillo ya que los niños generalmente lo que quieren es jugar al fútbol y, aunque tienen sus propios sueños, poseen una capacidad de adaptación impresionante.
Pero lamentablemente los padres son de nuevo los protagonistas principales de todo lo que ocurre en el fútbol base. A continuación mostramos un ejemplo real en una Escuela española de fútbol.
Eduardo es un niño con una gran calidad técnica. Sin embargo, los entrenadores le ven con una intensidad baja para jugar en el primer equipo. Han intentado despertar esa agresividad deportiva pero no lo han conseguido. Decidieron colocarlo en un equipo donde pudiera estar más a tono con sus condiciones. Le ha costado adaptarse pero gracias al buen trabajo de su entrenador hemos conseguido que disfrute en cada uno de los partidos destacando por sus buenas cualidades. Sin embargo, a finales de temporada, al ser de segundo año, el padre pensaba que lo íbamos a colocar en el primer equipo pero no ha sido así. El padre considera que esto será un fracaso para el niño y su entrenador le aclara que posiblemente sea un paso atrás pero con la idea que luego pueda dar dos pasos hacia adelante. Todo depende de él. Eduardo respetó a sus entrenadores, aceptó el reto y disfrutó como nunca del fútbol esa temporada.
¿Es esto un drama? Depende de cómo se lo dibujemos los adultos. De ahí la gran responsabilidad que tenemos los entrenadores y los padres de trabajar en equipo para que esto no suceda. Los padres pueden colaborar mucho si, en lugar de sacar pecho y amenazar de llevárselo del equipo, aceptan la situación y animar al chico a salir adelante, a disfrutar del protagonista aquí: la pelota. Si tan bueno es, seguro que con el tiempo y trabajando duro, saldrá adelante y volverá al lugar donde se merecía.
Pero lamentablemente hay algunos padres que actúan de forma cobarde y se llevan al niño a cualquier equipo que le ofrezca una categoría “más adecuada” para su hijo. Lo van paseando por uno y otro club sin valorar nada más que la categoría a la que puede optar sin pararse en ningún momento a preguntarle a su hijo que es lo que quiere.
“Escapar” del problema no nos parece una solución valiente. Hemos de apoyarle para que sea capaz de enfrentarse con la dificultad y superarla, darle normalidad al asunto e insistir en qué lo importante es que juegue a fútbol para divertirse. Este es nuestro papel como padres.
No hablamos de bajar ni de subir porque nos parece poco acertado sino de seguir esforzándose para continuar mejorando en una nueva temporada. A veces, esa charla con el jugador explicándole los motivos por los que va a jugar en tal equipo es suficiente para darse cuenta de que siguen valorándolo y que cuentan con él aunque sea en un equipo con una categoría diferente a la que ellos esperaban.
En edades más maduras, en F11, son momentos complicados para los jugadores a los que les cuesta en estos momentos alcanzar su objetivo deportivo pero podemos afirmar que es el momento de poner a prueba la capacidad de superación de nuestros hijos y se crezcan como personas. No la desperdiciemos.
Por otro lado. Un ámbito donde los padres se extralimitan claramente en muchas ocasiones es antes del partido. Sin darse cuenta del daño que les hacen, se encargan de transmitir a sus hijos qué es lo que tienen que hacer, desde su punto de vista, sin tener en cuenta la opinión del entrenador y, como es lógico, aconsejando de forma contradictoria a lo que le va a indicar el entrenador en la charla previa al partido.
Lo que los padres conseguimos es crear en el chico un conflicto. ¿Qué hago? Lo que me dice mi padre o lo que me indica el entrenador. No quiere decepcionar a ninguno de los dos pero son cosas muy distintas lo que me piden. No nos damos cuenta del daño que les hacemos con estos comentarios.
Por favor, no hables con tu hijo de la actividad deportiva que va a desarrollar. Tu misión es acompañarle a practicar su deporte favorito. Como padres, tenemos la oportunidad de estar junto a nuestro hijo y pasar unos buenos momentos junto a él, un día de fiesta para todos. Si hablas demasiado del partido que va a realizar puede ser un momento de agobio para él. No le des demasiadas vueltas a la competición. No te debe importar si mete goles o los para, si gana o pierde. Lo importante es que disfrute y se esfuerce por conseguirlo.
Seguro que se te ocurren mil ideas para transmitirle antes del partido que te parecen geniales y que van a conseguir que tu hijo juegue mejor pero respeta el trabajo de los entrenadores, ellos son los que realmente tienen la palabra y han estado muchos años esforzándose para formarse como educadores deportivos. Limítate a ser su padre aunque tengas la fórmula perfecta para ganar el partido. Tu hijo es lo único que espera de ti, que le quieras como su padre.
Durante el partido
Es increíble lo que vemos en muchas ocasiones. Señores muy educados, tranquilos y serenos que se transforman en auténticos energúmenos descontrolados y violentos que gritan desesperadamente contra todo lo que ven sin objetividad alguna. ¿Qué está pasando? ¿Qué buscamos? ¿ganar un partido o formar personas que conocen el respeto y la buena educación? ¿Qué se diviertan nuestros hijos o que sientan presión por el miedo al fracaso? ¿no importa? Sí importa y mucho.
Tú, como padre, puedes ayudar mucho a tu hijo durante un partido si te comportas con la discreción de un espectador educado. Recuerda que los entrenadores y los jugadores tienen un trabajo que realizar. No interrumpas con comentarios, insultos ni cualquier otro comportamiento que pueda desviar la atención del jugador o del técnico. Una de las enfermedades más corrientes en el fútbol base es la de los jugadores que están más pendientes de su padre que del entrenador.
Mantén la buena imagen del club. Tu hijo pertenece a un club y tu, lo representas. Si insultas al árbitro, discutes con espectadores, contradices las instrucciones del entrenador, haces comentarios despectivos en voz alta…es muy probable que dañes seriamente la imagen del club de tu hijo. ¿Es eso lo que buscas? Seguramente que no pero, sin desearlo, lo consigues.
Anima cuando las cosas no salen bien en lugar de recriminar los errores o criticar las malas actuaciones de los otros. Es adecuado que animes, siempre de forma discreta, cuando a tu hijo no le salen las cosas bien y que le premies su esfuerzo y su intento por hacerlo bien. Así ayudas al equipo. Además, se sentirán más a gusto realizando la actividad deportiva, sin presiones, sin temores a fallar y se esforzarán más por hacer las cosas bien.
Mantente tranquilo. Si ves que no puedes hacerlo, aléjate del lugar para no transmitir esas sensaciones a tu hijo y al equipo.
Delega en el entrenador la labor de educar y de dirección de equipo durante el partido. Es la forma de ayudar al entrenador para que realice su trabajo por ser el máximo responsable del equipo.
Anima a participar de acuerdo con las reglas de juego. El fútbol tiene unas reglas y debemos respetarlas. El partido es un gran momento para que tu, como padre, le muestres a tu hijo que hay que convivir con el reglamento y, lo más adecuado es aprender a respetarlo. Tu hijo tendrá el mejor modelo del mundo en ti.
Deja que los deportistas tomen sus propias decisiones. El que juega el partido es tu hijo y él es el que debe decidir en todo momento lo que debe hacer durante el partido interpretando lo que el entrenador le ha indicado. Nada de colocarse detrás de la portería o en la banda donde está jugando tu hijo para darle instrucciones. No sabes lo bien que le va que se equivoque al tomar por si mismo una decisión. Maduran. Crecen más rápido porque tienen que preguntarse qué he de hacer para no caer en ese mismo error.
Después del partido.
Los niños le dan al partido el valor que le damos los padres. Si lo único que nos interesa es el resultado final, con eso se quedarán ellos. Si lo que los padres valoramos es el esfuerzo que hemos puesto para conseguir la victoria, eso es lo que ellos valorarán. ¿Cómo nos dirigimos a ellos tras un partido? ¿Cómo les miramos? ¿Qué les preguntamos? ¿Qué importancia le damos al resultado?
En el Racing de Algemesí aconsejamos a los padres que dejen a sus hijos disfrutar de sus emociones. No es momento para corregirles nada o explicarles cómo debía haber hecho tal jugada. Es el momento de arroparlo y el entrenador ya se encargará de corregirlo en el momento adecuado.
Si tu hijo se ha esforzado durante el partido, felicítale y valora la experiencia deportiva junto a él. A veces un simple abrazo cuando sale del vestuario es suficiente. Para él esto significa mucho más que todas las palabras que quizá hayas pensado decirle. De esta forma, él sabe que tu siempre vas a estar a su lado.
Por último, dejamos claro que tampoco es momento para hablar con el entrenador después del partido. Hay otros momentos en la semana que quizá el entrenador esté en mejores condiciones para atenderte.
Padres, recordar por tanto, que tu hijo quiere formar parte de un equipo para disfrutar y solo quieren ser felices jugando a fútbol.
Con esta carta no queremos enfrentarnos a los padres, todo lo contrario, pretendemos unir aún más y, mejor si cabe, a la familia racinguista para seguir siendo un claro ejemplo de escuela formativa del fútbol base con el único objetivo de la felicidad de nuestros pequeños futbolistas. Pretendemos ser una buena escuela de fútbol para poder continuar, a través del deporte, esa formación integral que desean para su hijo. Y existen muchas escuelas, pero pocas que se preocupan de verdad por la formación de los jugadores (por delante de los resultados deportivos) y para ello queremos hacer poco ruido, marcando nuestra forma de ser, nuestro estilo y nuestro principal objetivo.